¡ EN NAVIDAD SE PUEDE !
Allí donde está lo que amas, entonces está el cielo en una habitación.
El nacimiento de Jesús es la gran lección que debemos aprender sobre el cielo que buscamos. Si Dios es amor, entonces cada vez que amamos misteriosamente,
Dios está ahí. Y si está ahí entonces en ese mismo lugar y en ese mismo momento está el cielo que buscamos. Jesús vino al mundo para traer aquí lo que pensábamos que estaba más allá. La Navidad es verdaderamente mágica cuando la disfrutamos juntos”, reza el slogan.
No, no podemos ser buenos sólo en Navidad; no podemos “hacer más” sólo en Navidad; no podemos recordar a los que sufren sólo en Navidad; no podemos sentirnos unidos solo en navidad. De lo contrario, también nosotros caeremos en la lógica del producto de temporada, como si lo bueno fuera algo para consumir solo en determinadas épocas del año.
Si la globalización comercial nos ha traído un beneficio aparente (más que un beneficio, es un capricho), es que ahora podemos encontrar productos de todas las estaciones en todas las épocas del año en prácticamente todos los lugares de gran distribución.
Si queremos transformar esta práctica (no del todo honesta) en algo significativo para nuestras vidas, podemos asegurarnos de que en los puestos del mercado de las relaciones humanas siempre existe la oportunidad de encontrar el producto del bien.
Y gracias a Dios, en muchos casos y en muchas situaciones es exactamente así: qué bien hecho incluso fuera del período navideño; cuánta solidaridad silenciosa implementada día tras día, los 365 días del año, por quienes no tocan la trompeta frente a ellos para anunciar el bien que hacen; cuántas puertas se abren de par en par a la hostelería cada día, sin que ningún tipo de comercial las destaque en las redes sociales.
En un mundo en el que todo lo que haces lo tienes que mostrar a los demás, en el que lo que hacen los demás te lo tienen que mostrar, en el que si no "compartes" las banalidades diarias eres un inadaptado social, es maravilloso saber que aún existe una humanidad que hace el bien en silencio, de manera constante, cotidiana, sin muchas florituras y sin hechos extraordinarios, pero en la creencia de que la cotidianidad del bien, dado y recibido, tiene un valor inestimable, que nunca es devaluado, que desbordado por crisis de cualquier tipo, y que tiene un índice de contagio tan alto que hace "delta", "omicron", y todas las variantes que han ocupado las portadas de todos los diarios en los últimos meses, y seguirán hazlo, queda mal.
Hagamos contagioso el bien, cuando luchemos por vencer el contagio de este notorio virus; y también luchamos para derrotar a otro virus, mucho más peligroso, el de la indiferencia que toma la variante de la hipocresía. Por culpa de los niños pobres para los que no hay lugar en el hotel, miles nacen cada día, en todas partes del mundo.
Y si es cierto que “en Navidad se puede”, entonces esta Navidad puedes pedirle al niño de Belén que te abra los ojos a la miseria humana y, amablemente, te los deje abiertos mucho más allá del 6 de enero próximo.