"Alégrate, llena de gracia: el Señor está contigo"
El sí de María que cambia la Historia
En ese tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen, desposada con un hombre de la casa de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Al entrar en ella, dijo: "Alégrate, llena de gracia: el Señor está contigo"Al escuchar estas palabras, se sintió muy turbada y se preguntó cuál era el significado de un saludo como este. El ángel le dijo: "María, no temas, porque has hallado gracia ante Dios. Y he aquí, que concebirás un hijo, lo darás a luz y lo llamarás Jesús. Será grande y se llamará Hijo del Altísimo" (...).
El ángel Gabriel, el mismo que "estaba a la derecha del altar del perfume" (Lc 1,11), se alejó volando de la incredulidad de Zacarías, se alejó de la inmensa explanada del templo, hacia una casita común, un lugar de gente pobre.
La primera palabra del ángel, el primer "evangelio" que abre el evangelio, es: regocíjate, alegrate, sé feliz. Ábrete a la alegría, como se abre una puerta al sol: Dios está aquí, te sostiene en un abrazo, en una promesa de felicidad. Las siguientes palabras revelan el motivo de la alegría: estás llena de gracia.
María no está llena de gracia porque haya respondido "sí" a Dios, sino porque Dios primero le dijo "sí", sin condiciones. Y dice "sí" a cada uno de nosotros, antes de cualquiera de nuestras respuestas. Que yo sea amado depende de Dios, no depende de mí. Ese nombre suyo, "Amado-por siempre" es también nuestro nombre: bueno y menos bueno, cada uno amado para siempre. Pequeños o grandes, todos continuamente llenos de cielo. El Señor está contigo. Cuando en la Biblia Dios le dice a alguien "Yo estoy contigo" le está dando un futuro hermoso y difícil (R. Virgili). La convoca para convertirse en compañera de la mayor historia. Darás a luz un hijo, que será un hijo de la tierra e hijo del cielo, tu hijo e hijo del Altísimo, y él se sentará en el trono de David para siempre.
La primera palabra de María no es el "sí" que hubiéramos esperado, sino la suspensión de una pregunta: ¿cómo sucederá esto? Madura e inteligente, quiere comprender las formas en que se salvará la distancia entre ella y el fresco que el ángel pinta, con palabras nunca antes escuchadas... Hacer preguntas a Dios no es falta de fe, es querer crecer en conciencia
La respuesta del ángel tiene los tonos del libro del Éxodo, de una nube oscura y luminosa a la vez, que cubre la tienda, la llena de presencia. Pero también resuena la voz querida del libro de la vida y los afectos: es el sexto mes de su prima Isabel. María esta aferrada de ese torbellino de la vida, en él que está envuelta: aquí está la sierva del Señor. En la Biblia, la sierva no es "la criada, la empleada del lugar". La sierva del rey es la reina, la segunda después del rey: tu proyecto será el mío, tú historia mi historia, tú eres el Dios de la Alianza y yo seré tu aliada. Soy la servidora, y ella dice: Soy la aliada del Señor de la Alianza.
Como el de María, nuestro "¡aquí estoy!" puede cambiar la historia. Con su "sí" o "no" al plan de Dios, todos pueden afectar los nacimientos y los pactos en el calendario de la vida.