Don Graziano Gianola
mayo de 2024 | 🕑 4 minutos de lectura
**Los santos de al lado**
“¡Míralo a Él y estarás radiante!”
(Salmo 34)
El P. Graziano Gianola conoció, siguió y formó a la ASC de Milán a través de retiros mensuales y encuentros personales.
Lo recordamos y rezamos para que continúe asistiéndonos e intercediendo por todos nosotros.
En su muy activo perfil de Facebook, el P. Graziano tuvo tiempo de compartir su última homilía dominical,
anunciando su partida para las vacaciones.
Última homilía del P. Graziano
"No sé ustedes, pero al leer y releer las lecturas de hoy las sentí, a primera vista, distantes de mi experiencia y de la nuestra.
Afortunadamente, el tema de la guerra no nos afecta de cerca, y todas estas muertes en la primera lectura me dieron un poco de vergüenza al pensar que fue el señor mismo quien condujo la mano del ejército de Josué contra los reyes amorreos y causó esta masacre.
Sabemos que la lectura de Josué debe estar bien contextualizada y comprender cómo las grandes piedras que causaron varias muertes y la huida de los amorreos pueden ser similares a una repentina tormenta de granizo en el interior, una fuerte tormenta eléctrica y la imagen del sol parado pueden ser la serenidad que regresa después de la tormenta, casi signendo una victoria memorable".
"El salmo nos recuerda cómo : 'Nos regocijaremos en tu victoria... "El Señor da la victoria a su ungido".
La idea que acompaña a estos textos es la presencia del Señor que acompaña y da vigor y fuerza a quien confía en él.
El caso es que las lecturas de hoy, sobre todo en un contexto veraniego como el nuestro, me parecen bastante disonantes.
Tal vez sea el Evangelio el que los ilumina, como siempre.
Porque la batalla de la que el Señor verdaderamente nos defiende es la que cada uno libra dentro de sí mismo para tener paz.
Hablando a sus discípulos, Jesús dice: 'Les he dicho esto para que tengan paz en mí. Tendréis tribulaciones en el mundo, pero tened ánimo: ¡yo he vencido al mundo!'"
"La batalla más grande no es vencer a los amorreos, sino, como canta San Francisco, vencerse a sí mismo: esto es alegría.
Es vencer el mal que se nos pega, es vencer todo lo que apaga nuestra humanidad, es llevar lo bueno a las tramas de nuestros días, tener en tu corazón la paz que te permita salir de casa con la frente en alto, porque tienes en tu corazón la alegría de saberte amado por los que están a tu lado. La verdadera paz viene de no arruinar las relaciones en nuestras vidas. viene de hacer algo hermoso para ti mismo y para los demás.
¡viene de traer experiencias a tu vida que pueden dejar huella!
Esta es la verdadera batalla en la que podemos involucrar al Señor: ¡pedirnos que pongamos la verdadera paz en nuestros corazones!
San Pablo tiene razón: cuando tienes paz en tu corazón, cuando Dios está cerca de ti, a pesar de las dificultades de la vida, ¡no habrá nada que pueda separarnos del amor de Cristo!
Pueden pasar muchas cosas, incluso negativas, pero siempre se te dará la oportunidad de elegir cómo vivirlas. ¿Con rabia y resentimiento o con paz?
Si te ha conquistado a ti mismo o estás trabajando en ello, sentías cerca de ti las palabras del final del Evangelio.
Recordamos y nos unimos a Don Graziano;
El 12 de junio celebrará su 20º aniversario de sacerdocio en el abrazo de Dios con todos los santos:
¡que interceda por nuestro Instituto!
Un apóstol
(continuación)
julio de 2024 | 🕑 4 minutos de lectura
**Los santos de al lado**
Homilía Fiesta de María Asunta por don Graziano
Mi alma engrandece al Señor: siento que en estos tiempos la frase más verdadera es mi alma pide explicaciones al Señor, pide respuestas, necesita comprender. Guerras, explosiones, accidentes aéreos y accidentes en la montaña. Mi alma y la nuestra se hace muchas preguntas.
Parece que ese enorme dragón rojo del Apocalipsis, que acecha para devorar al niño nada más nacer, también está presente entre nosotros hoy. Consumió nuestro tiempo, escuela y trabajo.
Nos ha quitado la vida cotidiana, alejándonos de muchos seres queridos y quizás también nos ha alejado de Dios.
En los últimos días también he sentido verdadera la frase: mi alma está enojada con Dios. Lo sentí como si fuera una oración, a pesar de todo.
Si también nosotros tenemos preguntas sobre Dios, creo que la frase dicha por María a Isabel nos sugiere una respuesta.
A María tampoco le iba nada bien, el único motivo de alegría estaba en su vientre. Sus padres no entendían en absoluto lo mucho que estaba pasando, ni siquiera su marido Giuseppe.
No sólo corría el riesgo de ser señalada y aislada por la gente, sino que también estaba en juego su propia muerte. Qué difícil es cuando las personas más cercanas a ti no pueden entenderte, al contrario, te miran un poco de reojo, juzgándote por una razón inexistente.
Pero como el Señor no deja solos a quienes se confían a Él, les nace una intuición: acudir a la prima Elisabetta. Acudiendo a quien en ese momento sea capaz de comprenderlo, acogerlo, amarlo, alegrarse con ella por el único motivo de la alegría que llevan en su vientre.
Nadie más se habría alegrado así, Isabel lo hizo, porque en ese momento, como María, decidió mirar la realidad con los ojos de Dios.
No sé qué nos pide Dios en este período.
Sin embargo, siento que, si buscamos respuestas en la vida, necesitamos a las personas adecuadas a nuestro lado, aquellas que nos den una mirada diferente a la mayoría, aquellas que estén ahí en momentos de necesidad, aquellas que realmente nos comprendan y sepan cómo hacerlo. estar ahí con inteligencia y de corazón con sugerencias y ayuda concreta.
Quizás es ahí donde Dios nos está hablando, a través de personas como Isabel. Rodéate de personas que te escuchen profundamente y que estén cerca de ti siempre y en cualquier caso, incluso cuando te equivoques, de esas personas que te hagan mirar la vida con nuevos ojos, de aquellas que te den una clave de comprensión capaz de re- motivando tu camino. Lo cual no significa ser ingenuos y negar la devastadora realidad que estamos viviendo. Significa no pasar solo por los momentos difíciles de la vida. Ellos son tu oración.
En esta fiesta de la Asunción de 2024, si tú también estás luchando, debes saber que muchos están orando por ti. Miren también al Cielo y si la voz que alzan al buen Dios está hecha de lágrimas, de ira o de desafío, sepan que esto también es oración.
Y quién sabe, tal vez dentro de poco también tú vengas a orar como María: ¡mi alma engrandece al Señor!
(continuación)
septiembre de 2024 | 🕑 4 minutos de lectura
**Los santos de al lado**
SANTÍSIMA TRINIDAD
¿Qué cambiaría en nuestra fe y en nuestras vidas si la Trinidad no existiera?
Es cierto que, siendo hombres de nuestro tiempo, la imagen de Dios que tenemos dentro de nosotros se ve afectada por lo que se nos dice: muchos cristianos no creen realmente en el Dios que Jesús vino a decirnos, sino en un Dios que tiene características vagamente cristianas que lo llevan de nuevo a un vago sentido religioso lleno de contradicciones.
Es triste ver cómo, después de dos mil años de cristianismo, nos encontramos pegados a un rostro lejano de Dios... más bien silencioso ante los acontecimientos de nuestro tiempo.
La imagen de Dios está ligada e influida por los hechos escandalosos que involucran a los hombres de Iglesia, vinculados al dinero de la Iglesia, vinculados a una Iglesia de prohibiciones. Pero entonces, ¿qué necesidad hay realmente de Dios? ¿Realmente necesita el hombre a Dios?
Afortunadamente, el Jesús que conocemos no habla por abstracción, por razonamiento, por deducción, sino por experiencia.
He aquí, entonces, por qué hay necesidad del Dios Trino:Dios no es el solitario. Dios es fiesta, familia, comunión, danza, relación, regalo, comunicación es una, relación, dinámica, es participación...
Tres personas que no se confunden:
reconocemos la huella del Padre en la Creaciónen la maravilla de la naturaleza
reconozcamos la acción del Hijo en su voluntad para la salvación del hombre, reconozcamos la inspiración del Espíritu que acompaña, realiza y santifica a la humanidad peregrina. 1 por 1 por 1 siempre es 1.
He aquí la segunda cosa que nos enseña la solemnidad de hoy:
¡Esta comunión es para el hombre!
El Génesis nos dice que Dios se miró en el espejo para crearnos.
Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios. Por lo tanto, estamos hechos a imagen y semejanza de la comunión.
¡Ahora entiendo muchas cosas! Entiendo por qué la soledad me pesa tanto y me asusta, ¡va en contra de mi naturaleza!
Comprendo por qué cuando amo, cuando estoy en compañía, cuando puedo acoger y ser acogida, me siento tan bien: ¡cumplo mi vocación de comunión!
Si en algo tenemos que invertir es precisamente en el esfuerzo de estar juntos, en la relación, porque todo lo demás sería tiempo perdido.
La fiesta de la Trinidad, entonces, es la fiesta de mi destino, es el espejo de mi actitud profunda, es el secreto de mi felicidad.
Y a esta comunión estamos invitados como individuos y como comunidad cristiana. Es a la Trinidad a la que debemos mirar en el proyecto de construcción de nuestras comunidades: la Iglesia es el espacio publicitario de la Trinidad en el mundo de hoy.
Mirando a la Iglesia, el hombre se da cuenta de que es capaz de comunión. Unidos en la diversidad, en el respeto mutuo, en el amor sencillo, concreto y benévolo, hagamos de nuestro ser Iglesia el esplendor de este Dios inesperado, la comunión.
(continuación)
noviembre de 2024 | 🕑 5 minutos de lectura
**Los santos de al lado**
(traducción automática)
Homilía de Adviento
Querido Niño Jesús,
te escribo a Ti este año porque sé que Papá Noel ya recibe muchas cartas y está muy ocupado, no quisiera que se perdiera. Vivo en Milán, en un barrio que conoces bien. Desde hace tres años o un poco más, me he encariñado con la gente que vive aquí: la observo en el frenesí de la vida cotidiana, la miro y la escucho en las confesiones y en los momentos generosos que cada día nos ofrece. Siento su belleza, pero también su preocupación.Y entonces, en este Adviento que estamos comenzando, quiero elevar a Ti una oración, y siento que no es solo mía, sino también de muchas personas que viven conmigo en la comunidad y habitan entre estas calles.
Para algunos no es solo una oración, sino que se está convirtiendo en una súplica insistente, a veces en un grito que puede parecer desesperación porque no te ven, pero debes saber que es un grito de fe.
Quiero pedirte una primera cosa: ¡hazte ver más! Ven a visitarnos, ven a estar con nosotros. Necesitamos verte, tocarte, respirar en Ti. Necesitamos ser abrazados, consentidos con ese amor del que nos hablas continuamente. Entiendo que es una necesidad profunda y verdadera. Hazte ver más o ayúdanos a reconocerte y a verte en los gestos que el día nos ofrece. Como nos dices en el Evangelio, ¡el amor de muchos se enfriará!
Creo que ha llegado ese momento. Vivimos unos junto a otros, pero no confiamos. Tenemos siempre las puertas cerradas, tenemos miedo. No nos detenemos mucho en la calle. No nos miramos a los ojos.
Como dice George Carlin: "Nos enojamos demasiado, trasnochamos, nos levantamos cansados, vemos demasiada televisión, y oramos rara vez".
Señor, hacemos muchas cosas, pero sobre todo no somos felices: cuando voy a sus casas para bendecir a las familias, muchos se emocionan, otros lloran. Necesitan luz, necesitamos de Ti, ¡ven! Llena nuestra vida de Tu Navidad, enciende la esperanza que nos hace hombres y mujeres sabios y creativos en la comunión, en el apoyo mutuo. Reaviva el amor, realmente se está enfriando. Tenemos frío por dentro, caliéntanos. Que este Adviento nos ayude a encontrar sentido y motivación, nos ayude a encontrar la sonrisa simple y verdadera que al menos los niños nos ofrecen.
En el Evangelio nos dices que estemos atentos, que "nadie os engañe", y más adelante: "se levantarán falsos cristos y falsos profetas: no les creáis".
Querido Jesús, estamos en un tiempo en el que nos cuesta creer. Vemos y escuchamos muchas cosas, pero ponemos en duda todo: desde los políticos hasta nuestros vecinos, desde la Iglesia incluso hasta nuestros familiares. También los falsos cristos y falsos profetas tendrán dificultades. Pero el problema es grave: nos cuesta creer. Dicen que cuanto menos rezas, menos rezarías, y creo que es cierto. Queremos pedirte entonces otra cosa: como en la familia no siempre es fácil rezar, nos gustaría en este Adviento vivir bien las Misas dominicales, redescubrir aún más la belleza de rezar juntos contigo.
Nos gustaría salir de Misa orgullosos de ser cristianos y motivados en la vida. Ayúdanos a cantar juntos, ayúdanos a rezar, ayúdanos a creer. Luego, querido Jesús, hay otro problema: ¿sabes esas imágenes de las que nos hablas en el Evangelio de hoy? Guerras, destrucción, terremotos, asesinatos, devastaciones… las estamos viendo.
Vemos demasiadas imágenes violentas y terminamos imitándolas. El problema es que llegamos a permitirnos no respetar la naturaleza, el lugar donde vivimos, ensuciándolos. No respetamos las cosas ni tampoco a las personas. No nos valoramos mutuamente. Tenemos afectos desordenados, conducimos demasiado rápido, vamos de vacaciones a tierras lejanas, pero no tenemos tiempo para cuidar al otro.
Vemos el mal, pensamos mal y hacemos el mal.
Qué bello tu pesebre, nos habla de bien, de paz, de presencia. Qué hermosos los sencillos pastores, qué hermosos los regalos y la alegría de los magos. Qué bella la emoción de tu mamá y tu papá. Haz que volvamos a enamorarnos de las cosas buenas y bellas. Ayúdanos a ver y a hacer el bien. Danos tu paz. La necesitamos, mucho.
Querido Jesús, quiero terminar esta carta agradeciéndote por esa frase que nos das en el Evangelio: “Gracias a los elegidos”. A veces me quedo maravillado al mirar la vida de las personas que me has confiado y pienso que soy afortunado de compartir con personas bellas mi vida de sacerdote. Para mí, estos son los elegidos: hombres y mujeres, jóvenes y adolescentes que se esfuerzan por vivir bien y por difundirlo.
Aquí está, entonces, una última petición: danos hombres y mujeres que nos hagan ver el cielo (como dice Isaías), que nos recuerden decir palabras amables. Personas que nos abracen y nos hagan sentir el calor de la amistad. Personas que nos enseñen a decir gracias. Personas que dediquen tiempo a compartir los pensamientos preciosos de la vida.
Feliz Adviento también para ti, Jesús, espero que no disminuya en Ti el deseo de encarnarte una vez más en nuestra complicada historia y en este mundo un poco deteriorado. Estamos listos, pecadores, pero listos.
¡Ven, Señor Jesús!
(continuación)