Tiempo de Adviento
Ven Señor Jesús!
El Adviento es el tiempo litúrgico que precede a la Navidad y es
preparatorio para ella:
en los ritos cristianos occidentales marca el comienzo
del nuevo año litúrgico.
La palabra "adviento" proviene del latín
"adventus" y significa "venir",
aunque, en el sentido más
amplio, se indica como una espera del Señor.
Este tiempo litúrgico expresa algunos valores indispensables para la
vida eclesial: Adviento-Navidad-Epifanía nos recuerdan la dimensión histórica
de la salvación. Dios actúa en los hechos de la historia dándoles una dirección
salvífica. En consecuencia, se destaca también la espera laboriosa para
prepararse al don de la salvación; el encuentro con el Señor que entra en
nuestra vida; la manifestación activa de lo que el Señor hace en nosotros para
que se convierta en don para los demás.
Papa Francisco
"Hoy comienza un nuevo año litúrgico, el tiempo de Adviento.
En la primera lectura de hoy, Isaías profetiza que: "Al final de los días, el monte del templo del Señor estará firme en la cima de los montes y se elevará sobre los montes; todas las naciones fluirán hacia ella". El templo del Señor en Jerusalén se presenta como el punto de convergencia y encuentro de todos los pueblos después de la encarnación del Hijo de Dios, Jesús mismo se reveló como el verdadero templo.
Por lo tanto, la maravillosa visión de Isaías es una promesa divina y nos impulsa a asumir una actitud de peregrinación, de caminar hacia Jesús, sentido y fin de toda la historia.
En el Evangelio de hoy, Jesús nos exhorta a estar listos para su venida: "Velad, pues, porque no sabéis en qué día vendrá vuestro Señor".
Observar no significa tener los ojos abiertos materialmente, sino tener el corazón libre y girado en la dirección correcta, es decir, dispuesto a dar y servir a los hermanos.
El sueño del que debemos despertar consiste en la indiferencia, la vanidad, la incapacidad para establecer relaciones genuinamente humanas, la incapacidad para hacerse cargo del hermano que está solo, abandonado o enfermo. La espera de la venida de Jesús debe traducirse, por tanto, en un compromiso de vigilancia.
Se trata sobre todo de maravillarse de la acción de Dios, de sus sorpresas y de darle el primado. Vigilancia significa también concretamente estar atentos al prójimo en dificultad, dejándonos interpelar por sus necesidades, sin esperar a que nos pida ayuda, sino aprendiendo a prevenir, a anticiparnos libremente, como Dios siempre hace con nosotros.
Ven, Señor, ven a tu manera, de la manera que conoces.
Ven donde hay injusticia y violencia.
Ven a los campamentos de refugiados, a Darfur, a Kivu del Norte,
a muchas partes del mundo.
Ven donde dominan las drogas.
Ven entre esas personas ricas que te han olvidado, que viven solo por ellos mismos.
Ven donde eres desconocido.
Ven a tu modo y renueva el mundo de hoy.
Ven también a nuestros corazones,
ven y renueva nuestra vida,
entra en nuestros corazones para que nosotros
mismos podamos convertirnos en luz de Dios, tu presencia.
En este sentido, recemos con San Pablo:
¡Maraná, thá! "
¡Ven, Señor Jesús!",
y oremos para que Cristo esté verdaderamente presente
en nuestro mundo de hoy y lo renueve.
¡Amén!